Ser creyente es dejarse llevar por Dios. Ser creyente es romper planes personales y acoger los planes de Dios. Por eso se puede afirmar que NO EXISTE LA FE FÁCIL, la fe sin dudas, la fe sin oscuridades, la fe sin poder comprender tantas cosas.
Dios ya sabe a quién llama y para qué. Se presenta en medio de tu vida cotidiana, trayendo otros proyectos, mucho mejores que los nuestros, por supuesto.
Muchas, muchísimas veces, existe miedo de no saber interpretar bien el papel que Dios ha encomendado, al igual que a José, el cual muchas veces pensó ¡Cuántas veces temó estropear la mejor obra de arte que Dios intentaba hacer en la tierra, al ponerse en mis manos, y al ponerme en las mías a María y a Jesús!
Lo cierto es que, igual que contó con él, lo ha seguido haciendo muchas veces, con muchas otras personas. Se puso en manos de los discípulos en aquella Cena Santa. A pesar de que tenían tantos miedos, tantas faltas de comprensión, tanta inseguridad, tantas dudas.
Y lo sigue haciendo con nosotros cada Navidad, en cada Eucaristía, en cada pobre que busca acogida y posada. Nuestra tarea es la misma que la de José: guardar, defender, proteger, acompañar LA PALABRA. La Palabra que es el Emmanuel, y la Palabra hecha carne en cada ser humano frágil y necesitado.