A LA CASA DE LOS INMORTALES

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Por: Luis Fernando Torres

“Bienvenido a la tribu de los efímeros inmortales” le dijo el escritor Rondeau a Mario Vargas Llosa, durante su incorporación a la Academia Francesa, fundada pòr el Cardenal Richelieu en el reinado de Luis XIII, en 1634. “A la Inmortalidad” reza el lema de la Academia. De allí que a sus miembros se les llame inmortales, a sabiendas que sólo su nombre y el número de su asiento quedarán registrados para la eternidad, después de su muerte.

A la Academia únicamente han sido admitidos aquellos que han escrito sus obras originales en idioma francés. Con Vargas Llosa se hizo una excepción. El novelista peruano ha escrito sus novelas en español y, cuando fue admitido, tenía 84 años de edad, esto es, 9 años más del límite de los 75 años. Se ha considerado tan significativa para Francia la prolífica obra del autor de “Conversación en la Catedral” que se han dejado de lado las prohibiciones, con el propósito de tenerlo entre los 40 académicos que integran, actualmente, la Institución.

Con su magistral dominio del francés, Vargas Llosa, en su discurso de orden, sorprendió a la audiencia, en la que se encontraban el Rey Emérito Juan Carlos I y el Presidente de la Academia de la Lengua Española, Santiago Muñoz, cuando colocó a Balzac y a Víctor Hugo por debajo de Flaubert, encumbrándolo, inclusive, por sobre los más notables novelistas rusos, Tolstoi y Dostoievski. Con Madame Bovary y otras obras más, Flaubert revolucionó a la novela, llevándola a nuevas dimensiones, a decir del autor de la “Guerra del Fin del Mundo”.

La prensa del corazón ha estado pendiente de “Varguitas”, como le llamó su primera esposa, que no era otra que su misma tía política, por la estela amorosa, de los últimos 5 años, de su unión con Isabel Presley, a la que dejó plantada en su mansión madrileña de Puerta del Hierro, antes de viajar a París para ingresar a la Academia. Allí apareció, curiosamente, acompañado de Patricia, su prima, de quien se había divorciado para caer en brazos de la ex de Julio Iglesias.

Consciente de su vejez, inclusive del declive de su privilegiada memoria, Mario Vargas Llosa, el mismo que le dio un trompón a García Márquez por un tema de faldas, dice que lo que más teme es la degeneración mental y física, con el mismo vigor que deplora  la decadencia de la cultura. Ojalá pronto pueda entregarnos otra gran novela.  

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