Avicultores de Tungurahua y la tragedia de la gripe aviar

-

Deudas, despidos e incertidumbre enfrentan una pareja de cevallences que se dedicaban a la avicultura desde hace más de 15 años y que debido a la indolencia de las autoridades sanitarias, perdieron toda su producción y fuente de trabajo.

Ricardo Jácome junto a su esposa son propietarios de la granja Pronavi San Mateo, ubicada en el sector La Florida, del cantón Cevallos, en la provincia de Tungurahua, por más de 15 años, tiempo en el que han podido salir adelante y brindar empleo a más de 120 personas.

Problemas y crisis

Según el Portal Primicias, como en todo negocio ha habido altibajos, como el paro de junio de 2022, en donde se les murieron cerca de 45.000 aves porque no pudieron darles de comer. Pero, Ricardo y su esposa, Marcia Mesías, aseguran que nunca habían vivido lo provocado por la influenza aviar. «Me quedé en la calle», dice Jácome con mucha preocupación sobre su futuro y el de su familia.

Jácome es padre de dos niños de 11 y 13 años, que estudian y también trabajan en la granja avícola, de siete hectáreas. En pocos días y sin esperarlo, todo cambió. “Agrocalidad nos hizo un daño. Llegaron con policías y rompiendo los protocolos de bioseguridad para decirnos que no podíamos mover ni sacar nada”, asegura Jácome, sobre el día en que funcionarios de la Agencia les notificaron que debían hacer tomas de muestra de sus aves para saber si estaban contagiadas.

El muestreo de sangre se realizó a unas 50 aves, el lunes 16 de enero. El resultado fue «negativo», a pesar de que granjas aledañas ya estaban infectadas. El domingo 22 de enero, cuatro días después de ese resultado que les generó un alivio, comenzaron a morir sus aves. Ese día, murieron 35. El lunes, otras 100. El martes al mediodía, Jácome se encontró unas 8.000 aves muertas.

Al día siguiente, le confirman por teléfono el resultado ya conocido: «positivo». Recién, el viernes, más de 60 funcionaros de Agrocalidad llegaron a su finca para el sacrificio de las aves restantes. Para entonces, la mayoría de las aves de uno de sus galpones ya habían muerto. Aunque, solo en uno de los galpones, las gallinas habían muerto como consecuencia de la enfermedad, se sacrificaron las aves en ambos.

Pérdidas

La granja Pronavi tenía una producción de alrededor de 100.000 cubetas mensuales de huevos, lo que representan unos USD 300.000 al mes. Esto les permitía pagar las cuotas de un crédito productivo de USD 2 millones, mano de obra, materia prima e insumos a proveedores.

Las marcas de la volqueta aún son visibles sobre el camino de tierra que conduce a la fosa común, donde yacen los restos de las 60.000 gallinas que perdió el avicultor por la influenza aviar.

El paso hacia los galpones está restringido. Ricardo no ha vuelto a acercarse hacia allá desde que perdió sus aves. No solo por medida de bioseguridad; no tiene fuerzas para llegar hacia ese lugar, prefiere mantenerse a distancia.

El avicultor añade que esta fuerte afectación, lo ha dejado prácticamente en la calle, pues ya no tiene recursos para emprender nuevamente y las deudas lo están atormentando. Asimismo, señala que las autoridades han sido proco profesionales e indolentes ante el problema que ellos causaron, pues no respetaron las medidas de bioseguridad y afectaron fuertemente el estado económico y anímico de toda su familia.  

Share this article

Recent posts

Popular categories