Por: Esteban Torres Cobo
Francia está destrozada. Su tejido social no resiste los complejos obstáculos de las sociedades democráticas y con hechos puntuales se incendia completa. Lo acabamos de ver hace poco. Caos y anarquía total, sin posibilidad de control y sin horizontes de arreglo y paz. ¿Qué significa ser francés en el siglo XXI, nos preguntaríamos ante todo esto? ¿Cuál es la identidad francesa en estos momentos?
El ingenuo multiculturalismo aflora en estas continuas crisis como el causante. ¿Qué siente un senegalés de tercera generación nacido en Francia cuando camina por París? ¿Siente amor u odio por el país donde está? ¿Cuida o descuida su país cuando hay problemas? ¿Recoge la basura de la calle si ve que ensucia su hogar? Realmente no. Por el contrario, hay revancha y resentimiento y pocos intentos de sentirse franceses. ¿Es posible, en un futuro, arreglar esas diferencias o no hay regreso?
El multiculturalismo no siempre riñe con la identidad nacional. Los Estados Unidos son el producto exitoso del multiculturalismo pero con una idea superior de nación. Inglaterra, en cambio, sin ese ingrediente inicial logra aglutinar la mayor cantidad de nacionalidades bajo el mismo techo y su idea de nación genera un apego mayor que el francés. Evidentemente, las fracturas existen y siempre existirán, culturales y raciales, pero hay diferencias entre protestar y caminar y quemarlo todo.