Por: Esteban Torres Cobo
Las cuatro detenciones de Donald Trump (la última incluso con foto de policía) no detienen su marcha en la elección presidencial. Lejos de lo que muchos creen, los votantes del Partido Republicano ven con desdén el trato a Trump por parte del gobierno y de una justicia compuesta por rabiosos jueces y fiscales demócratas antitrumpistas. Eso significa que su nominación está asegurada con casi 60% de los votantes del partido diciendo que lo respaldarán.
La incógnita es lo que pase en la elección general, cuando enfrente seguramente al favorito del establishment, Joe Biden. Lo de Biden es lamentable. Prácticamente es un zombie que se pierde caminando por las afueras de la propia Casa Blanca pero que ha resultado muy útil para los que gobiernan mientras él duerme. Trump, sin embargo, ya perdió antes contra Biden y su carácter no es el preferido ya por los norteamericanos. Gusta entre los republicanos más duros, pero disgusta en los votantes indecisos y menos politizados. Tampoco es la novedad del 2016 que explotó el concepto del antipolítico.
Una victoria de Trump frente a Biden se podría dar por un cansancio de la gente de no ver un presidente activo y cuerdo, pero difícilmente por simpatías nuevas. Para Trump sería más complicada la elección con un adversario joven y dinámico a lo Barack Obama el 2008, lo que tampoco se ve posible hasta este momento. En todo caso, será una batalla de veteranos, distinta a la que se tendrá en Ecuador entre Daniel Noboa (35) y Luisa González (45). Es que en nuestro país esta elección ha significado un relevo generacional inesperado con consecuencias seguras para la elección del 2025.