Por: Esteban Torres Cobo
El último libro de Ian Kershaw, famoso por las numerosas obras que ha escrito sobre Adolf Hitler, es una disección muy concisa sobre el peso de la personalidad en el ejercicio del poder de varios líderes mundiales. Hace muchos años en un viaje por Argentina compré su famosa biografía del líder nazi y la experiencia fue alucinante. En este nuevo, sin embargo, que se llama “Personalidad y Poder. Forjadores y destructores de la Europa moderna”, el inglés analiza los rasgos más determinantes para la historia de la personalidad de personas únicas. Empecé por el de Winston Churchill, como era lógico. Desde hace tiempo es uno de mis favoritos y con el que he logrado familiarizarme por lecturas, películas y visitas a casi todos los lugares de su vida. Con seguridad podría decir que tengo una de las bibliotecas más nutridas sobre él en el país.
Y se confirma lo que ya todos conocemos: sólo su personalidad pudo haber salvado al Reino Unido de la invasión nazi. El carácter de una persona nunca tuvo más incidencia que esa en los hechos históricos de una nación. Porque fue él. Solo. Los mejores políticos británicos que le acompañaban en ese gabinete tan potente, incluyendo al laborista Attle que luego le ganaría las elecciones, se quedaron cortos ante el bulldog inglés. La decisión de rendirse y negociar con Hitler o entrar de lleno a la guerra se tomó en pocos días. Y fue lo que cambió para siempre el destino del siglo XX y la propia figura de Churchill. Churchill se impuso, con su ánimo de lucha y su profundo conocimiento de la historia. Es cierto que había sido elegido por sus compañeros del Partido Conservador precisamente para hacerse cargo del momento más complicado de la historia inglesa, pero la rendición todavía era posible cuando asumió como Primer Ministro.
Su vida política y su percepción pública no había tenido sino sonados fracasos hasta ese momento. Pero la historia le llegó a los 65 años. ¡A los 65! Y cambió todo. Varias veces estuvo en los años anteriores a punto de ser destituido de gabinetes. Varios estuvo, como lo llamaba, “en el desierto” fuera de un cargo público. Pero el destino le buscó y, en una estrategia impecable, logró la alianza con la Unión Soviética y los Estados Unidos para derrotar a Hitler. Pero fue la historia de un hombre que estuvo hecho para ese momento. De toda una vida de preparación que se evidenció solo en unos años de liderazgo.