Desconexión tecnológica

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Por: Álvaro E. Sánchez Solís

Hace pocos meses, el gigante tecnológico Apple presentó los Vision Pro, unas gafas de realidad aumentada que permiten la interacción de una interfaz digital con el mundo externo, teniendo la posibilidad de grabar videos en 360 grados, como si de una memoria almacenada en el cerebro se tratara o, incluso, manejar una especie de ventanas flotantes tipo computadora con gestos dactilares o la mirada. Este artefacto y sus copias llegarán, sin duda, a cambiar la forma en la que vemos la computación.

La innovación tecnológica, con este tipo de productos y otros, como la inteligencia artificial, ha llegado a un punto de desarrollo increíble que, hasta hace pocos años, era inimaginable. No obstante, resurge la discusión moral sobre la conexión o la desconexión: ¿Estamos, ahora, más desconectados o conectados que antes? Se plantea esta pregunta debido a la dinámica de los usuarios tecnológicos que, si bien se han podido comunicar de una forma más eficaz y rápida con personas que se encuentran a grandes distancias, también ha existido un cierto alejamiento entre las personas más cercanas.

En lo personal, me considero una persona consumida por la tecnología, con un uso diario y excesivo. No obstante, si me preguntan qué es lo ideal y lo que quisiera empezar a practicar, diría que creo en el equilibrio. Es imposible, para cualquier persona normal que trabaja y tiene su vida social en estos años, vivir sin hablar por WhatsApp, ya sea con familiares, compañeros de trabajo, pareja o amigos, por lo que la idea de prohibir tales aplicaciones en el uso diario resulta poco realista e impráctica. No obstante, soy partidario de la idea de desconexiones temporales, para pasar tiempo con las personas que tenemos cerca físicamente o, simplemente, para hacer lo que se suelen llamar “ayunos de dopamina”, que permiten refrescar el cerebro para las actividades diarias. Lo mejor es aprovechar ese tiempo para socializar o realizar otro tipo de actividades como deporte o leer.

En definitiva, resulta paradójico que lo que nos ha acercado tanto entre personas que están ubicadas físicamente lejos de nosotros nos haya alejado de las que están cerca. Pero, en todo caso, creo que el éxito está en equilibrar las cosas.

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