Por: Luis Fernando Torres
Los estudiantes españoles han quedado rezagados en las pruebas Pisa, frente a otros estudiantes europeos, sin que las autoridades gubernamentales de la educación asuman responsabilidades por tan deplorables exámenes rendidos por los jóvenes que estudian en establecimientos públicos. Fracasaron tanto en matemáticas como en lenguaje y comprensión verbal, es decir, en los conocimientos básicos que un estudiante, de mediana inteligencia y rendimiento, debería poseer.
Una de las primeras respuestas ha sido el estudio del impacto de los establecimientos mixtos en la formación de los estudiantes, habiendo llegado a perfilar la conclusión que aprenden mejor los estudiantes que se preparan en establecimientos no mixtos. Se trata, en todo caso, de una explicación para la coyuntura.
Parece que una respuesta más apropiada está en otro lugar. La prevalencia y énfasis de los aprendizajes relacionados con la ideología de género habrían vaciado los contenidos y la dedicación por las materias “duras”. Además, la proscripción de exámenes rigurosos sería otra de las explicaciones del bajo rendimiento al haber postergado el estudio exigente y necesario para una adecuada preparación para la prueba.
En las universidades estadounidenses de élite se ha comenzado a restablecer exámenes rigurosos de ingreso y de salida para otorgar cupos en función de la capacidad de los estudiantes. En lo que no han cambiado es en la adhesión a la ideología “woke”, que sigue dominando en la mayoría de universidades de Estados Unidos. Por lo pronto, los estudiantes más satisfechos con el restablecimiento de los exámenes de ingreso son los jóvenes de estratos económicos bajos, pues, saben que si superan los exámenes ingresan a la universidad, inclusive con becas.
La educación ecuatoriana debería mirar las experiencias española y estadounidense con la finalidad de mejorar las capacidades de los estudiantes y jóvenes, para quienes una buena educación es una oportunidad para progresar.