Por: Luis Fernando Torres
El país se encuentra dividido entre los que promueven el debilitamiento del poder institucional y los que se alinean con la racionalidad política representada por el gobierno del Presidente Noboa. Ni siquiera la entereza y eficacia con las que se enfrentó a la delincuencia han servido para unir a las diferentes fuerzas políticas y sociales alrededor de ese gran objetivo. No existe día en que los adversarios del orden político y social cuestionen el control en las cárceles, las medidas económicas para mantener a flote a las finanzas públicas, el combate a la corrupción, la inversión minera, e, inclusive, las preguntas de la consulta popular.
En la reciente novela de Mario Vargas llosa, “Te dedico mi silencio”, el personaje central de la obra se ocupa de la identificación del elemento esencial para la unión de los peruanos, históricamente divididos, desde el mismo Tahuantinsuyo que puso en orillas diferentes a los hermanos Atahualpa y Huáscar. Señala al vals como el elemento unificador, esto es, a un género musical desarrollado, a principios del siglo XX, en forma natural y espontánea, en los callejones limeños, alrededor de la alegría de los pobres, aunque décadas después la célebre Chabuca Granda haya posicionado al vals como expresión de las formas aristocráticas urbanas.
Gabriel García Moreno, a mediados del siglo XIX, creyó que la unificación del Ecuador se podía conseguir con vías que comuniquen a las provincias y regiones y, además, con la religión. Tanto se empeñó en ello que al gran estadista se le considera el forjador del Estado nacional. A su capacidad planificadora y ejecutora se debe el ferrocarril entre Durán y Quito, ejecutado en el ascenso por la Nariz del Diablo hasta Chimbacalle por Eloy Alfaro. También se debe el arranque de la carretera Quito-Guayaquil y otras arterias viales interprovinciales.
El Presidente Noboa es el líder del Ecuador en su condición de Jefe de Estado y de Gobierno. En cuatro meses, le ha dado una dirección al Estado, sin brújula con su antecesor, y ha iluminado el camino a seguir para mejorar las condiciones de vida de los ecuatorianos. El Ecuador de ahora es más seguro que el de noviembre de 2023. Las finanzas públicas han entrado en un proceso de estabilización para que el Estado deje de ser una carga pesada de sobrellevar para los ciudadanos. Ha logrado lo que ninguno de sus antecesores pudo alcanzar desde el 2017.
Lo penoso es que, con un líder de esa envergadura, el país siga dividido por los que, en el fondo, no buscan sino el colapso del poder institucional.