Matrimonio y Familia, Misa Dominical

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Las lecturas de hoy nos hablan de la institución del matrimonio y de la familia.  La Primera Lectura (Gn. 2, 18-24) nos habla del momento maravilloso de la creación del hombre y la mujer y del original plan de Dios para la pareja humana.

El Evangelio de hoy, muy oportunamente, también concluye con un trozo referido a los niños, para completar la imagen de la familia.  En efecto, los hijos “son el don más excelente del matrimonio y contribuyen mucho al bien de sus mismos padres. (#1652)

De ahí que la consecuencia natural y fin primordial de unión de los esposos sea necesariamente la procreación y educación de los hijos (cf. CIC#1653).  Sin embargo, hay otros fines del Matrimonio Cristiano:  la ayuda y compañía mutua y la canalización del deseo sexual (VAT II:  GS 48, 49, 50; PIO XI: Castii Connubii 37)

Respecto de la educación de los hijos, el Catecismo nos recuerda por qué se llama a la familia: “Iglesia doméstica” (CIC#1666):  “Los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo”. (#1656)

La unión del hombre y la mujer vive en peligro.  Y ahora más, con todas esas propuestas y leyes tan descabelladas que amenazan con destruir, no sólo el matrimonio y la familia, sino la civilización misma.

Recordemos que el Matrimonio es un camino de santidad y, como tal, tiene sus exigencias y cruces.  De allí que el Papa Juan Pablo II habló así a los jóvenes reunidos con él en Roma, respecto de la elección de la futura pareja con quien compartir la vida: “¡Atención!  Toda persona humana es inevitablemente limitada:   incluso en el matrimonio más avenido suele darse una cierta medida de desilusión… Sólo Dios, puede colmar las aspiraciones más profundas del corazón humano” (JP II, 20-agosto-2000).

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