Por: Luis Fernando Torres
En Estados Unidos y en Europa no saben qué hacer con tanta energía solar, eólica e hidroeléctrica originada en los paneles solares de Arizona y el sur de Francia, en los rotores de viento del mar de norte y en las caídas de agua de Escocia. No la pueden ingresar a los diferentes países por problemas en la conexión al sistema de distribución. Y, en ese evento, la deben conservar en sistemas costosos. La energía solar se conserva en baterías.
La incertidumbre sobre la real demanda de esas energías renovables ha paralizado proyectos y ha desalentado a los inversionistas. En año 2023 se estima que la inversión en energías verdes superó los 700 billones de dólares. La mayoría de los proyectos son privados, con inversión privada. Si sus productores no pueden vender la energía producida, no recuperan lo invertido ni obtienen ganancias. Además, requieren de licencias de las respectivas instancias estatales, que demoran varios años, para desarrollar los proyectos.
En el Ecuador también sobran el sol, el viento y el agua. Sin embargo, desde hace 17 años, sólo al Estado se le ha permitido hacer grandes inversiones en energía. El estatismo consagrado en la Constitución de Montecristi cerró las puertas a la gran inversión privada. Por excepción el Estado permitió inversiones privadas en proyectos de bajo impacto. El resultado de este esquema estatista está ahora a la vista, con permanentes cortes de luz, como los que sufrió el país, en el inicio de la década de los años noventa del siglo XX.
Perú, por el contrario, gracias a la apertura a la inversión privada en energía, se ha logrado ser autosuficiente. Colombia, por un camino parecido, ha conseguido producir tanta energía que le ha vendido al Ecuador.
El incremento de la demanda de energía ha sido considerable cada año, en el caso de Ecuador, de más de 300 MW, en los últimos tiempos. Sin embargo, la oferta no ha crecido al mismo ritmo. La Ley recientemente presentada por el Presidente Noboa se espera subir a 100 MW el techo de la producción privada de energía que la Asamblea lo dejó en 10 MW, sin explicación alguna.
El Ecuador tiene las condiciones para dejar de ser deficitario en la producción de energía.