Por: Luis Fernando Torres
De tres problemas no hablan los finalistas de la elección presidencial estadounidense. En primer lugar, de la descomunal deuda nacional de casi 36 trillones de dólares, superior al monto del PNB anual. En segundo lugar, de la inminente bancarrota de la seguridad social y del sistema hospitalario Medicare que, para el 2036, estarán financieramente quebrados. En tercer lugar, de la incapacidad militar para un conflicto militar global. Con la finalidad de ganar votos Tanto Trump como Harris prometen, por el contrario, medidas para endeudar más al gobierno, con gran generosidad en los servicios de la seguridad social y aumento del gasto público.
Saben que, este momento, la economía estadounidense está en óptimas condiciones, por lo que a muy pocos les interesan esos tres problemas. En efecto, han subido los sueldos, sin intervención del gobierno, ha crecido el empleo, el mercado de acciones está boyante, existe abundante crédito y las tasas de interés han bajado. En este entorno de prosperidad, un problema no garantiza la felicidad plena, esto es, la inflación, con precios superiores al poder de compra. Los precios de la comida, de los arriendos y de las casas están por los aires. La reducción de las tasas de interés calentará aún más la economía
China, el gran competidor de Estados Unidos, se encuentra en una situación complicada. El crecimiento económico del 10% anual el 2010, el 2024 será inferior al 4%. El mercado inmobiliario está paralizado con 90 millones de departamentos vacíos, valoradas en 18 trillones de dólares. La deuda pública del gobierno es tan alta que bordea el 85% del PIB, mientras la deuda privada supera el 205%. La fortaleza de los ciudadanos está en su importante ahorro interno.
Ecuador tiene problemas más graves que los tres problemas estadounidenses y más complicaciones que China. El solo hecho que la sequía y las omisiones de los dos gobiernos pasados le hayan dejado al país sin energía, es un problema mayor. No se diga el bajo crecimiento económico anual de 1%, el desempleo, la falta de crédito barato, la inseguridad, la ineficiencia del servicio público de salud y la no sostenibilidad de la seguridad social.
Salvo el Presidente de la República, ninguno de los candidatos aborda estos problemas con objetividad y conocimiento de causa.