Por: Luis Fernando Torres
El fiscalismo es el enemigo de la prosperidad. Con el objetivo de financiar el gasto fiscal no tiene inconveniente en atacar los ahorros, los capitales y, en último término, la propiedad de los ciudadanos sobre sus bienes e ingresos, con aumentos de impuestos. El antiguo fiscalismo local se ha integrado el nuevo fiscalismo globalista, liderado por Biden.
En Estados Unidos, actualmente, el impuesto a la renta a los ingresos más altos está en 42,9 % sumados los impuestos estatales y federales. Es algo más bajo que el impuesto en Francia (55,4 %), en Italia (47,2 %) y Suecia (52,3 %). Sin embargo, con la subida impositiva anunciada por Biden y los demócratas el impuesto llegará a 57,4 %, convirtiéndose en el impuesto a la renta más alto en el mundo.
Los defensores del proyecto impositivo del gobierno ecuatoriano sostienen que no importa que se a los contribuyentes que ganan sobre 2500 USD se les suba el impuesto en 400% o más porque representan el 3,5 % de la población. Se trata de un razonamiento falaz.
La presión tributaria en Ecuador sobre los contribuyentes, no sobre la población total, es una de las más altas en América Latina. Sofoca permanentemente a los contribuyentes. Con la reforma los asfixiará. Así, las clases medias y profesionales terminarán haciéndose cargo de la deplorable gestión fiscal de los últimos años.
Desde el Foro Libertad y Prosperidad, un selecto grupo de economistas ecuatorianos dice: “creemos que el modelo de una sociedad de personas libres y responsables no sólo es el más ético sino el más adecuado para generar prosperidad (…) nos resulta improcedente que el gobierno proponga elevar impuestos, medida contraria al crecimiento y competitividad de la economía (…) Ecuador arrastra una crisis fiscal no resuelta debido al excesivo gasto público, no a una insuficiencia de ingresos”.
Kennedy, democráta, y Reagan, republicano, fueron dos presidentes que bajaron significativamente los impuestos en Estados Unidos. El resultado inmediato de tal medida fue un boom de la economía, con inversiones, consumo y creación de empleo. El gobierno, inclusive, pudo recaudar más ingresos, gracias al dinamismo económico.
Una región española, la de Madrid, ha bajado los impuestos a los ingresos en forma constante desde que la conservadora Ayuso fue elegida Presidenta de la Comunidad. El resultado alcanzado ha sido muy parecido al que consiguieron esos dos notables presidentes estadounidenses. Subir impuestos en medio de una desaceleración económica y después de una pandemia, es la receta perfecta para debilitar el impulso hacia la prosperidad.
@lftorrest