Por: Luis Fernando Torres
Durante un año creyó que era presidente de la República. El periódico que le entregaban diariamente informaba sobre sus acciones ficticias, con una edición dedicada sólo a él. El noticiero de la televisión, que le sintonizaban sus asistentes, reportaba los logros del excelentísimo. Los asesores le presentaban decretos para que los firmara, sin que supiera que los documentos serían después destruidos. Los ministros le visitaban y le comentaban las agendas ministeriales. Le subían al carro oficial y en las calles le aplaudían actores contratados para ello. En esa condición permaneció entre 1969 y 1970.
Antonio Salazar, gobernante de Portugal desde 1932, murió en 1970. En el año que creyó ser presidente, sin cargo y con funciones ficticias, se había recuperado inesperadamente de un colapso de su salud, en 1969. Sus ministros y colaboradores, cuando estuvo en coma por varios meses, lo sustituyeron en el cargo de presidente, creyendo que no despertaría. Se levantó y no les quedó otra alternativa que engañarlo. El día de su muerte, el periódico que no le permitían leer, informó que ha fallecido el expresidente. En Portugal, los ciudadanos sabían, desde 1969, que había dejado de ser jefe de Estado.
Desde su cargo ficticio, Salazar preguntaba si a sus enemigos les tenían vigilados. También le interesaba que se les cobrara impuestos impagables a los adversarios con recursos. Sabía, por experiencia, que los tributos servían para doblegarlos. Una función esencial para él era la de recaudar tributos, contar con recursos y desplegar políticas de corte populista para ser querido por la gente.
En Ecuador, el presidente tiene cargo y funciones. La Ley Tributaria, en vigencia por el ministerio de la ley, es decir, por decisión presidencial, sin la aprobación de la Asamblea, es útil para comprender la dimensión de los jefes de gobierno y de Estado en materia de impuestos. El objetivo final es la recaudación para financiar el gasto, cuyo destino siempre es objeto de intenso debate.
Lo interesante es que Ecuador es el único país que, en medio de la pandemia, subió los impuestos, especialmente a las clases medias. En los demás países democráticos se ha optado no sólo por reducir o congelar los impuestos sino por entregar dinero directamente a la gente, aunque tal entrega, como ocurre en Estados Unidos, haya sido la causa del incremento inflacionario.
El ejercicio de la función tributaria, que tanto obnubila a los gobernantes, es la que puede servir para la reactivación de la economía o para castigar a determinados contribuyentes, aunque sea con la imaginación de quien no tiene cargo público.