Por: Luis Fernando Torres
Las propinas aparecieron en la Inglaterra del siglo XVI cuando los huéspedes entregaban una gratificación a los empleados de sus anfitriones. Han evolucionado tanto en cinco siglos que, actualmente, son una regla consuetudinaria, como ocurre en Estados Unidos, donde se suele gratificar el buen servicio del mesero, del taxista, del barman, del maletero, del limpiador de zapatos y de cualquiera otro en parecida condición, con un porcentaje de alrededor del 20% del valor del consumo. En el Ecuador, tienen consagración legal en el 10% que paga el consumidor, bajo el rubro de servicios.
En Washington DC están por eliminar las propinas, con un proyecto de consulta popular auspiciado por un antiguo mesero despedido y, por ello, resentido, y los poderosos sindicatos de trabajadores que abrigan la esperanza de contar con más afiliados. Los mayores detractores del novedoso proyecto son aquellos que reciben propinas. Saben que ganan más con gratificaciones que con un sueldo básico mensual de unos 1000 dólares. Un mesero de un local de prestigio puede obtener un ingreso mensual de hasta 9000 dólares.
La justificación de la propina está en el buen servicio prestado. Para ganársela se le tiene que atender al cliente como corresponde, esto es, con amabilidad y eficiencia. La expectativa de la gratificación económica voluntaria le convierte, a quien la recibirá, en un ser diferente al que sabe, de antemano, que, independientemente que sirva bien o mal, le llegará un suplemento. Dado que en Ecuador la propina es excepcional en los salones de comida, por la obligación legal de pagar el 10% por servicios, la atención difícilmente cumple las expectativas. Cambia cuando el mesero advierte que, al final, el comensal le dará una propina.
En el mundo empresarial los administradores que aumentan ingresos de los negocios son reconocidos con bonificaciones extras, es decir, con propinas por la eficiente gestión en beneficio de los socios. En el sector público, por el contrario, está criminalizado algo que se parezca a una propina. Un diploma o una medalla suplen a las propinas.
Una vez que la Asamblea Nacional ha dicho, con 103 votos, que el Presidente de la República no cumplió con el Plan de Gobierno, en otras palabras, que prestó un deficiente servicio al país, se ha quedado sin la opción de recibir medallas, diplomas y, lo más grave, la propina ciudadana, esto es, el reconocimiento de la gente.
@lftorrest