Por: Luis Fernando Torres
La derechista Giorga Meloni asumió la jefatura de gobierno de la república italiana con el título de “el Presidente” Meloni, en lugar de la aceptable expresión “la Presidente” y desechando completamente la nada castiza frase “la Presidenta”. Ese aparente cambio menor para dirigirse a ella ha provocado un amplio debate político, en el que, inclusive, ha intervenido la Academia de la Crusca, institución referencial de la lengua italiana, equivalente a la Real Academia de la Lengua Española. No se ha objetado que se la llame “el Presidente del Consejo de Ministros”, por ser una frase gramaticalmente correcta para una mujer que desempeña tal cargo.
Meloni no se ha quedado solamente en el título de presidente que ostenta. Ha prescindido en sus discursos del uso de “este país”, empleado, generalmente, por los socialistas, y ha preferido apelar a la nación y a la patria. Al Ministerio de Agricultura le ha añadido el término “soberanía alimentaria”, sabiendo que la soberanía es parte integrante del discurso de la derecha.
No es una trivialidad el empleo de ciertas palabras en los discursos y en el trato protocolario. Las palabras expresan comportamientos, ensamblajes mentales, aspiraciones, frustraciones, odios, resentimientos. En las frases afloran ideas y, por último, en el lenguaje aparece una forma de vida. Históricamente, las palabras, las frases y los lenguajes han sido instrumentos de dominación y de rebeldía. A un gobernante se le descubre la ruta y los propósitos cuando se entiende el significado de las palabras y el lenguaje que utiliza. Códigos elaborados se encierran detrás del lenguaje. Orwell, en su monumental obra, 1984, traslada al lector a las formas de control social desde el lenguaje y las palabras del poder.
La Constitución de Montecristi trae algunos códigos. Lo que llama la atención es que los grupos de izquierda que promovieron su aprobación incorporaron la idea de la “soberanía alimentaria”, que, según la línea de Meloni, proviene, más bien, de las concepciones conservadoras.
En el Ecuador se ha generalizado, correctamente, para referirse a mujeres en cargos, que se diga “la juez”, “la gerente” o “la presidente”. Erróneamente, se utiliza “la jueza”, “la gerenta” o “la presidenta”. Con el artículo en femenino no es necesario transformar el sustantivo.
Lo que interesa, en todo caso, es como se utilizan las palabras, las frases y el lenguaje desde el poder político.
@lftorrest