EL VERDADERO ORGULLO AMBATEÑO

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Por: Álvaro E. Sánchez Solís

Hace una semana, se hizo viral un video extraído de una transmisión en directo del medio digital “La Posta”, en el que uno de sus periodistas, Javier Montenegro, realiza comentarios ofensivos contra la ciudad de Ambato. El reportero califica a nuestra ciudad con los términos de “pueblo” y “aburrido”.

Los comentarios que se emitieron en el video en cuestión despertaron reacciones de varias personas de Ambato: políticos, analistas e influencers. Muchos de ellos, exaltando lo que, generalmente, ha destacado a Ambato como ciudad: flores, frutas, pan, sus fiestas, entre otros.

No obstante, sin dejarme de sentir orgulloso de ser ambateño y amar todo lo mencionado por quienes defendieron nuestra ciudad frente a los desubicados comentarios, también es una oportunidad para hacer un análisis sobre lo que tiene y lo que le falta a nuestra ciudad.

Ambato es una ciudad con un profundo bagaje histórico y cultural. Aquí han nacido figuras de incidencia local y nacional dentro del ámbito intelectual: Pedro Fermín Cevallos, Juan Montalvo, Juan León Mera, Juan Benigno Vela, entre otros. Sin embargo, Ambato ha sido poco cuidadoso de su legado. A menudo, nos encontramos con museos cerrados al público y es evidente el poco cuidado de nuestro patrimonio histórico. Por ejemplo, el museo de Juan Benigno Vela, ubicado en la esquina de las calles Castillo y Rocafuerte lleva varios meses sin abrir.

Ambato es una ciudad con gran incidencia científica. Uno de los grandes científicos del Ecuador y de América Latina, Misael Acosta Solís, quien, además, ganó un Premio Nacional Eugenio Espejo, es ambateño. Pese a ello, poca información se ha difundido sobre su vida para inspirar a los ambateños y ecuatorianos a que se inmiscuyan en el desarrollo científico. Él, incluso, protestó por el poco cuidado a su colección de plantas del Ecuador que, por negligencia estatal, se dañó y fue desechada. Al mismo olvido ha sido relegado Plutarco Naranjo, quien también ganó un Premio Eugenio Espejo.

Y así, puedo seguir mencionando personajes como Blanca Martínez de Tinajero, Raquel Verdesoto o Álvaro Manzano que han construido, desde sus diferentes trincheras, un legado para los ambateños que, hoy en día, es poco valorado.

Es correcto que los ambateños defendamos a la ciudad, pero, también, debemos ser autocríticos y exigir un verdadero apoyo a nuestra cultura, ciencia, historia y, por supuesto, también debemos reclamar un auténtico progreso para las zonas históricamente marginadas. Ambato es más que pan, fiestas, flores y frutas. Ambato es una ciudad gigante que debe cambiar de mentalidad e idiosincrasia. 

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