Por: Luis Fernando Torres
Un gigante del sistema financiero estadounidense, el décimo sexto banco más grande, con millonarios préstamos a los emprendedores californianos, se quedó sin recursos para devolver a sus depositantes e inversionistas todo lo que habían depositado e invertido. El Silicon Valley Bank (SVB) tuvo que ser intervenido por las autoridades de control y el propio presidente Biden se vio obligado a decir que los depósitos, inclusive mayores a 250 mil dólares, estaban garantizados por el gobierno. A los pocos días, otro banco, el Signature Bank, de menor tamaño, entró en la espiral de la iliquidez.
La sorpresa fue mayor cuando el viejo y prestigioso Credit Suisse (CS) le pidió al Banco Central de Suiza que le otorgara un préstamo de emergencia, por 54 billones de euros, para restructurar sus operaciones, ante la sangría de depósitos e inversiones, que, en los últimos tres meses, superó los 111 billones de euros. Tanta preocupación provocó el deterioro financiero del Credit Suisse que los gobernantes europeos tuvieron que hacer declaraciones para calmar a los depositantes de los bancos de sus países, asegurándoles que no había crisis financiera continental alguna.
Las causas de los problemas bancarios del SVB y del CS son diferentes. El banco suizo se debilitó por los escándalos en los que ha estado vinculado y, recientemente, por la negativa de uno de sus inversionistas, el Saudi National Bank, a mejorar sus inversiones. Con un prestigio lastimado y serios problemas de liquidez acudió a pedir un préstamo de emergencia al Banco central Suizo.
El SVB fue víctima de las políticas monetarias, financieras y regulatorias de Estados Unidos, así como de una deficiente gestión corporativa y gerencial. El dinero le llegó en cascada, como depósitos e inversiones, en los tiempos de la expansión monetaria, con tasas de interés bajísimas. Sus talentosos administradores, con mirada de corto plazo, compraron bonos del gobierno a largo plazo y prestaron, sin garantía alguna sobre la rentabilidad económica de los proyectos, a los emprendedores de Silicon Valley. Muchos de éstos, a su vez, invirtieron en proyectos ideológicos de inclusión de género y calentamiento global. Cuando subieron las tasas de interés y los depositantes e inversionistas decidieron que el banco les devuelva su dinero, no fue posible atender el pedido por cuanto los bonos eran ilíquidos y los emprendedores no habían pagado las deudas. Sólo podía devolver 20 billones de dólares y no los 151 billones de depósitos que también le exigían los depositantes.
Dicen los especialistas que el reciente episodio de iliquidez está muy lejos de la crisis sistémica del 2008. Sin embargo, es tan alto el volumen de bonos del gobierno en poder de los bancos que, cualquier movimiento en las tasas de interés, podría provocar otros desequilibrios. En el sistema financiero ecuatoriano, afortunadamente, no aparecen señales de algo semejante a la iliquidez del SVB y del CS.
@lftorrest