Por: Martin Sevilla Holguín
En 1960 se estrenó “Macario”, una de las películas emblemáticas del cine de oro mexicano, que le ganó al país su primera nominación en los premios Oscar. La cinta adapta una antigua fábula sobre un humilde leñador llamado Macario, que atormentado por el hambre se lleva su comida a lo más profundo del bosque, para así no tener que compartirla con nadie, ni siquiera con su familia. Allí se encuentra cara a cara con el Diablo y Dios, que le ofrecen riqueza y salvación a cambio de un poco de su comida, pero Macario no cede con ninguno. Cuando por fin cree estar solo, aparece un hombre con aspecto cadavérico, que le pide desesperado un poco de alimento. Reconociendo en este hombre moribundo su propia hambre y miseria, Macario le ofrece la mitad de su comida. Al terminar, el misterioso personaje revela ser la Muerte y agradecido, le regala a Macario el poder de curar a los enfermos, lo que le permite convertirse en un exitoso doctor y finalmente lo saca de su pobreza.
La versión más antigua de esta historia, “Der Herr Gevatter” (El señor Padrino) ,fue publicada en 1812 por los hermanos Grimm, dos académicos alemanes, responsables de recolectar y publicar relatos folclóricos tan importantes como “Hansel y Gretel” o “Cenicienta”. No es muy claro cómo llegó el cuento a México, solo que curiosamente en 1946, dos autores publicaron adaptaciones de “El señor Padrino” en las que usaban el nombre de “Macario” para su protagonista. Uno de ellos fue Juan Rulfo y el otro, un misterioso autor cuya identidad sigue siendo debatida, pero que usaba el pseudónimo de “Bruno Traven”. El cuento de Traven sería utilizado más adelante por el director Roberto Gavaldón, que lo utilizaría como base para el guion de la aclamada película.
En sus versiones mexicanas, la fábula de Macario toma mayor relevancia en sus temáticas relacionadas a la pobreza, la religión y lo más importante, la muerte. El día de muertos se celebra en México para recordar a los difuntos y la figura de la santa muerte tiene una profunda relevancia cultural, por lo que el relato se prestó perfectamente para ser adoptado por artistas locales. Macario enfatiza la importancia de ser humildes y empáticos con quienes más lo necesiten, porque aunque algunos puedan vivir sus vidas evadiendo a Dios y al Diablo, no existe nadie que se escape de la muerte.