“Invitados a la mesa del señor”, Misa Dominical

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Las lecturas de este domingo son una invitación de parte de Dios a que seamos felices, porque Dios lo que desea para todos es la felicidad y por eso cada vez que celebramos la eucaristía somos invitados al banquete festivo con su Hijo Jesús.

Las Lecturas de hoy se refieren a la Fiesta que tendrá lugar en la eternidad, es decir, al «Banquete de Bodas» preparado por Dios nuestro Señor para todos los seres humanos al final de los tiempos. Se trata de nuestra salvación, de nuestra felicidad eterna con Él para siempre en la Jerusalén Celestial, cuando Dios «enjugará toda lágrima y ya no existirá ni muerte, ni duelo, no gemidos, ni penas» (Ap 21, 4) y viviremos en completa y perfecta felicidad para siempre.

Dios nos invita y sin embargo a veces, hemos rechazado las invitaciones que Dios nos hace.

Ante las llamadas de Dios, preferimos encerrarnos en nuestros asuntos y no hacemos caso a lo que Dios nos pide. Le damos mucho más valor a las invitaciones que el mundo nos hace, aunque sean invitaciones para cosas sin importancia. Preferimos un programa de Televisión, un partido de fútbol, una fiesta con los amigos, cualquier cosa vale en vez de acoger la invitación que Dios nos hace.

La violencia que se vive en el mundo es fruto del rechazo a las invitaciones de Dios. Nos viene del olvidarnos de Dios o de ponerlo en un segundo lugar.

La invitación al Banquete Celestial es para todos, pero muchos no aceptan… y algunos no están debidamente preparados. De allí la sentencia de Jesús al terminar esta parábola: “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”.

Tratemos de llegar a la Fiesta Escatológica, preparándonos de veras con el traje adecuado (tan blanco como la vestidura del bautismo). Así podremos formar parte de esa muchedumbre de toda raza, pueblo y nación con vestidura blanca, lavados nuestros trajes en la sangre del Cordero. (Ap 3, 4).

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