Por: Álvaro E. Sánchez Solís
No deseaba abordar nuevamente al presidente Lasso y su gobierno, ya que, sin la Asamblea como control, ha terminado por decepcionar incluso a sus antiguos defensores. Sin embargo, su persistencia en ejercer el poder con ineptitud e insensibilidad me obliga a mencionarlo, especialmente en lo que respecta al crítico problema de la escasa producción eléctrica.
Hace poco más de un año, los expertos le advirtieron a Lasso sobre la necesidad de mejorar el suministro eléctrico ante la inminente escasez de lluvias. La incompetencia y sordera del presidente convirtieron lo prevenible en inevitable: racionamientos eléctricos, pérdidas en negocios y dificultades en el sector de la salud, especialmente para quienes necesitan oxígeno fuera de clínicas u hospitales. Este no es un problema menor, porque no es un simple apagón que generará alguna molestia en el día, son cortes de suministro eléctrico diarios que repercutirán en la economía e incluso en la salud y vida de los ecuatorianos.
Hay que aclarar, además, el grado de participación que ha tenido el presidente en esto: Una cosa es que, por un caso extremadamente fortuito se haya cortado el suministro eléctrico y que esto no haya sido advertido por nadie; otro, que por simple ineptitud no se hayan tomado las previsiones del caso; y, por último, que se haya cedido voluntariamente el poder de las empresas públicas a la mafia de turno para que las saqueen y, encima, las administren mal, generando un perjuicio inmenso a los ecuatorianos. Lo grave es que el presidente Lasso presuntamente ha tenido este último rol y ahora se justifican frente al país alegando que esto es debido a las lluvias y que el Ecuador se ha reactivado económicamente y, por ello, los negocios demandan electricidad.
Siento vergüenza, tristeza y profunda indignación por el gobierno actual. Muchos votamos por él, y ahora ocupa el oprobioso último lugar en la aceptación presidencial de Latinoamérica, incluso por debajo de dictadores como Nicolás Maduro y Daniel Ortega, del incompetente Alberto Fernández y del guerrillero Gustavo Petro, a quien además tuvimos que recurrir para ayuda en esta situación.
Lasso ha sumido a nuestro país en cenizas, oscuridad y desazón. Solo espero que algún día responda por lo que le hizo a Ecuador.