La Fiesta de la Ascensión de Jesucristo al Cielo es una fiesta importante y de gran significación. Sin embargo, hace evocar sentimientos encontrados de nostalgia y de alegría. De nostalgia, por la partida de Cristo, Quien regresa a la gloria que comparte desde toda la eternidad con el Padre y con el Espíritu Santo. De alegría, pues hacia esa gloria conduce a la humanidad por El redimida.
El mismo Señor nos muestra esos sentimientos las veces que en el Evangelio hace el anuncio de su ida al Padre. “He deseado muchísimo celebrar esta Pascua con vosotros… porque ya no la volveré a celebrar hasta…” (Lc.22, 15-16). “Me voy y esta palabra los llena de tristeza” (Jn. 16, 6)
En cada uno de los anuncios de su partida, Jesús trataba de consolar a los Apóstoles: “Ahora me toca irme al Padre… pero si me piden algo en mi nombre, Yo lo haré” (Jn. 14,12 y 14). Inclusive trató de convencerlos acerca de la conveniencia de su vuelta al Padre: “En verdad, les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no podrá venir a ustedes el Consolador. Pero si me voy, se los enviaré… les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que Yo les he dicho” (Jn. 16, 7 – 14, 26).
Recordemos que Jesucristo había resucitado después de su muerte, una muerte que fue ¡tan traumática! -traumática para El por los intensos sufrimientos a los que fue sometido- … y traumática también para sus seguidores, para sus Apóstoles y discípulos, que quedaron estupefactos ante lo sucedido el Viernes Santo.
Luego viene para ellos la sorpresa de la Resurrección. Al principio no creyeron lo que les dijeron las mujeres, luego el mismo Señor Resucitado se les apareció en cuerpo glorioso, y entonces recordaron y creyeron lo que Él les había anunciado. Pero la verdad es que los Apóstoles no entendían bien a Jesús cuando les anunciaba todo lo que iba a suceder: lo de su muerte, su posterior resurrección y luego también lo de su Ascensión al Cielo.
Para fortalecerles la Fe, después de su Resurrección, el Señor pasa unos cuarenta días apareciéndose en la tierra a sus discípulos, a sus Apóstoles, a su Madre.
La Fiesta de la Ascensión de Jesucristo al Cielo:
Nos despierta el anhelo de Cielo, la esperanza de nuestra futura inmortalidad, en cuerpo y alma gloriosos, como El, para disfrutar con El y en El de una felicidad completa, perfecta y para siempre.
Nos advierte cómo será la Segunda Venida de Cristo, para que no seamos engañados por el Anticristo.
Nos invita a llevar la Palabra de Dios a todos, seguros de que el Espíritu Santo, Quien es el verdadero protagonista de la Evangelización, nos capacita para responder a este llamado. Así contribuimos a construir el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, en esta época en que hay que realizar la Nueva Evangelización, atrayendo a la Iglesia a aquéllos que se han alejado.