Por: Luis Fernando Torres
En tan sólo dos meses, los magnates a quienes lució Trump en su posesión, mientras ellos se ufanaban de encontrarse en el círculo privilegiado del Presidente, han perdido lo que ganaron, desde que Estados Unidos eligió a su nuevo líder hasta el 20 de enero de 2025. Elon Musk, en Tesla, ha perdido 142 mil millones de dólares; Bezos, en Amazon, 27 mil; Zuckerberg, en Meta, 3 mil; Brin, en Google, 23 mil, y Arnault, en LVMH, 8 mil. En todo caso, no han dejado de ser magnates. De los 449 mil millones de dólares que Musk registraba a mediados de enero de este año, ahora registra 307 mil millones. El valor de las acciones de sus empresas se desplomó en Wall Street.
Las acciones subieron en su valor después del triunfo de Trump y de su anuncio de desregular la economía y las finanzas. Hasta el discurso de posesión en el Congreso, el 20 de enero, era difícil imaginar que desencadenaría una demencial guerra arancelaria, más allá del libreto de su campaña, en contra de Canadá, la Unión Europea y China, a sabiendas que más aranceles provocan recesión e inflación. La retaliación de Canadá, China y la Unión Europea, con la consiguiente subida de aranceles a los productos de Estados Unidos, ha hecho más costosos esos productos para los consumidores canadienses, chinos y europeos. Las ventas de vehículos Tesla ha caído en el 50% en China y en la Unión Europea.
Luego de la esperada estabilización del valor de las acciones, es probable que Wall Street se recupere y las acciones de los magnates se revaloricen nuevamente. Se trata, en todo caso, de una probabilidad. No se puede descartar que el presidente esté pasándoles a los ingenuos magnates la factura de haberle tratado mal cuando perdió ante Biden. Zuckerberg censuró y eliminó la cuenta Trump en Facebook. Musk apoyó a Biden y logró beneficios durante una parte del mandato del demócrata. Ahora lo tiene cerca, en el corazón del gobierno, encargado de despedir funcionarios y desmantelar el aparato administrativo. Les ha sometido a humillantes careos con algunos ministros del gabinete. El risueño australiano está, al final, a cargo del trabajo sucio. Sólo Arnault, el magnate francés, siempre ha sido consecuente con Trump. Algún salvavidas le alcanzara. Se sabe que es grato con sus fieles.
Habrá que ver si los magnates calcularon debidamente cuando decidieron mostrarse como conejillos del implacable y soberbio magnate inmobiliario
