
El 23 de marzo de 2025, se llevó a cabo el esperado segundo debate presidencial entre la candidata Luisa González, de la Alianza Revolución Ciudadana-Renovación Total (RC-RETO), y el actual presidente Daniel Noboa, del movimiento Acción Democrática Nacional (ADN). A lo largo del debate, Noboa se destacó por sus intervenciones en temas clave, especialmente en seguridad y economía.
El actual mandatario defendió con firmeza sus políticas de seguridad, señalando la importancia de fortalecer las instituciones del Estado y la cooperación internacional para enfrentar la creciente inseguridad en el país. Destacó que bajo su gobierno se han logrado avances importantes en la reducción de ciertos índices de criminalidad, aunque reconoció que aún queda mucho por hacer. Esta postura fue bien recibida por sectores que priorizan el combate contra el crimen organizado.
En cuanto a la economía, Noboa presentó una serie de propuestas orientadas a la atracción de inversión extranjera y la creación de empleo. El presidente enfatizó la necesidad de un marco económico estable que permita a Ecuador competir en el mercado global. Argumentó que su gobierno ha trabajado para estabilizar la economía del país y reducir la inflación, lo que ha permitido un crecimiento moderado en varios sectores clave como la agricultura y la tecnología.
Un aspecto positivo del desempeño de Noboa fue su habilidad para mantener la calma y la coherencia en medio de los constantes ataques de su rival, Luisa González. Aunque el debate estuvo marcado por un tono confrontativo, con acusaciones mutuas de corrupción e incompetencia, el presidente evitó caer en provocaciones personales y se centró en defender sus políticas y visiones para el futuro del país. Esto le permitió proyectarse como un líder con capacidad para manejar situaciones difíciles con diplomacia y enfoque en soluciones concretas.
A menos de tres semanas de la segunda vuelta electoral, programada para el 13 de abril de 2025, el debate no logró despejar completamente las incertidumbres de los electores, que aún permanecen indecisos sobre quién liderará el país en los próximos años. El desafío de ambos candidatos será lograr convencer a los ciudadanos de que sus propuestas son las más adecuadas para enfrentar los problemas urgentes del país.