Por: Luis Fernando Torres
Los ilustrados han criticado el reciente debate presidencial por no haber sido un debate de ideas y de políticas públicas sino una arena de insultos y descalificaciones. Es cierto que no fue un debate como hubiera querido Habermas, el padre de la democracia discursiva, esto es, de ideas que van y vienen con argumentación, siempre orientadas a la búsqueda de la verdad. Fue un debate, como cualquier debate presidencial de otros países, con sabor y acento ecuatorianos.
Los debates entre Trump, Kamala y Biden, en las elecciones del 2024, se desarrollaron entre insultos. Biden y Kamala llamaron delincuente a Trump y él les respondió con términos más duros. Desarrollaron algunas ideas y expusieron algunas políticas públicas, pero, al final, tuvieron la misma dinámica de los debates en los que ha participado Milei, con toda la verborrea propia de la nueva comunicación. En España los debates de Sánchez con sus adversarios han estado marcados por las invectivas y los insultos, posiblemente con algo de clase.
Debates como los que protagonizaron Nixon y Kennedy y León y Borja, con dureza, pero sin llegar al insulto, son parte del pasado. No volverán a repetirse.
El debate entre Noboa y Luisa fue muy útil para los electores. Lo primero que pudieron descubrir es la personalidad de cada uno, con Luisa desbordada, soberbia y agresiva y Noboa controlado y calmado. Lo segundo, que Luisa está con Maduro y quiere que retorne la dinámica del correísmo, mientras Noboa no se alineará con Maduro ni con el círculo de gobernantes chavistas. Lo tercero, que Luisa acusa, sin pruebas fehacientes, al tiempo que Noboa sustenta sus acusaciones con documentos, como ocurrió con los pagos a un hermano del exVocepdte Glas. Lo cuarto, que el cambio de Luisa es para repetir la experiencia en la que ella fue parte del gobierno correísta, mientras Noboa plantea un cambio hacia adelante, dentro de la dinámica de la continuidad.
Quién ganó o perdió es difícil decir. Lo que se escuchó entre la gente del pueblo de Ambato es que, si tan furiosa y agresiva lució Luisa antes de llegar al poder, ¿qué tan soberbia sería si conquistara Carondelet?
